Los Gremios

Las Ciudades Reales del Reino de Cerdeña de la edad española, es decir las siete ciudades no enfeudadas de Cagliari, Sassari, Oristano, Alghero, Iglesias, Castelsardo y Bosa, gozaban de prerrogativas especiales, entre las que se encontraba la posibilidad de constituir gremios. Dichas asociaciones agrupaban en corporaciones religiosas a personas que ejercían un mismo oficio, agricultores, carpinteros, herreros, sastres, zapateros, alfareros y carreteros. La asociación, puesta “en brazos”, o sea bajo la protección de uno o más santos, de aquí el nombre gremio, la reglaban estatutos de directa derivación barcelonesa. La cooperación gobernaba la actividad de toda la maestranza, regularizando el acceso de nuevos socios, el aprendizaje de los novatos, el examen para el pase de aprendices a maestros de arte, legislando además en materia de calidad de los productos y precios de las manufacturas. El mutuo socorro entre socios, la asistencia a los socios indígenas, el acompañamiento fúnebre de los socios difuntos y la participación en las fiestas solemnes del calendario religioso así como en las principales fiestas de la asociación se encontraban rigurosamente reglamentados y eran respetados por los socios, sujetos a multas y expulsiones de la maestranza.

En la ciudad, sólo los pertenecientes a la corporación podían poner en marcha talleres y ejercer el oficio. En la época de los Saboyas, este vínculo resultaba ya demasiado restrictivo por las limitaciones del mercado y el trabajo y, en mayo de 1864, una oportuna ley decretó disueltas estas instituciones. A partir de ese momento, algunos gremios se transformaron en “sociedades” que, abandonados los deberes relativos al oficio, siguieron perpetuando cultos y fiestas en honor al santo patrón, otras confluyeron en las nacientes Sociedades de Mutuo Socorro basadas en el mutualismo entre los socios obreros. Recientemente, en algunas ciudades de la isla, se reconstruyeron algunos gremios dedicados a la recuperación de antiguas fiestas ya perdidas, mientras históricamente han continuado existiendo, sin interrupción, en las ciudades de Sassari y Oristano. En las dos capitales, desde hace más de quinientos años, los gremios perpetúan las principales manifestaciones ciudadanas, en Sassari, el ceremonial de la procesión del descenso de los Candeleros en voto a la Virgen Asunta y en Oristano, la histórica carrera ecuestre de la Sartiglia.

La falta de documentos nos impide conocer en qué momento histórico exacto se le remitió a los gremios la organización del torneo oristanés. Mientras existen documentos de la voluntad de un canónico de la catedral de Oristano que vivió en la mitad del siglo XVI de donar al Gremio de los Campesinos de San Juan Batista una finca cuyos provechos habrían garantizado los gastos de la manifestación. Aún hoy la tradición recuerda “su Cungiau de sa Sartiglia”, la finca cuya renta habría garantizado los gastos de la carrera perpetuamente, sujeto a la pérdida de los derechos sobre ese terreno por parte del Gremio de los Campesinos. Por el contrario, el Gremio de los Carpinteros de San José, históricamente enfrentaba los gastos para la organización de la carrera a través de fondos cobrados por la cuestación hecha por los socios y los aprendices del gremio y por las donaciones realizadas a la corporación por familias nobles y acomodadas de la ciudad.


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